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Atlas Histórico del Español

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La distinción genérica en los posesivos del español

El español estándar destaca, entre las principales lenguas y variedades romances, por no marcar la concordancia de género en el sistema de posesivos prenominales: mi libro / mi casa. Los posesivos del latín clásico presentan variación genérica en los posesivos de un poseedor de 1ª persona (meus / mea), de 2ª persona (tuus / tua) y de 3ª persona (para la que adapta el posesivo reflexivo: suus / sua) y esta concordancia genérica se mantiene igualmente en las formas plurales. Las lenguas romances modernas como el italiano, el francés, el provenzal, el catalán y el gallego-portugués conservan, con ligeras adaptaciones, la concordancia genérica heredada del sistema latino. Los dialectos históricos iberorrománicos siguen la misma evolución que el resto de sistemas romances y presentan paradigmas de posesivos con flexión de género. En aragonés moderno, además de mantener la construcción <artículo + posesivo>, los posesivos se configuran como formas largas con desinencias de género: mio / mia, tuyo / tuya, suyo / suya con sus correspectivas formas plurales. La misma pauta, morfológica y sintáctica, guía la flexión de los posesivos en leonés moderno: el meu / la mia, el tou / la tua, el sou / la sua y sus plurales. En Espinosa Elorza (2017) se encuentra una panorama detallado y exhaustivo de los sistemas de posesivos en las lenguas romances y sus dialectos con una particular atención por los paradigmas antiguos y los procesos de cambio que los afectan.

La posesión ha constituido un campo de estudio privilegiado en la investigación diacrónica de la lengua española. La morfología de los posesivos y, en concreto, la pérdida de la distinción genérica no ha representado una excepción. En efecto, destacan varios trabajos monográficos que, salvo algunas excepciones (Moral del Hoyo, 2006; Romero Cambrón, 2008;), se han limitado a proponer factores internos para explicar la pérdida de la capacidad concordante de estos elementos. Uno de los estudios más recientes (Huertas, 2009) desatiende, en efecto, las causas externas en su exposición.

El estudio de Méndez (1988) defiende la sustitución de los posesivos masculinos (mio, to, so) por los femeninos (mi, tu, su). Para sostener esta hipótesis aduce razones fonéticas y morfológicas. En cuanto a las primeras, se afirma que las vocales finales -u / -o muestran la inestabilidad propia de las vocales átonas finales; por lo que concierne al segundo tipo de causas, se considera que el exponente final -u de las variantes triunfadoras, en particular tu y su, resulta neutra y no se asociaba a ninguno de los dos géneros gramaticales del español. En el proceso de “mezcla dialectal” en el que Tuten (2003) basa la formación histórica del estándar moderno, la selección de las variantes más neutras concuerda bien con los mecanismos propios de la koineización. Desgraciadamente, Tuten (2003: 209-213) da por buenas las explicaciones morfofonéticas propuestas y, aunque parezca paradójico, no profundiza para su explicación en factores dialectales o registrales. En definitiva, el estudio de Méndez (1988) propone una sustitución que va contra los principios de cambio universales, en cuanto sostiene el reemplazo de la forma no marcada (el masculino) por la marcada (el femenino).

Lyons (1993) plantea una hipótesis interesante, aunque incompleta y no del todo coherente en algunos puntos. Este autor sostiene que los posesivos del español estándar derivan de la serie de posesivos medievales tónicos mío, túo y súo que se encuentra en el origen del doble sistema de posesivos modernos: los posesivos invariables determinantes átonos prenominales (mi, tu, su con sus plurales) y los posesivos variables pronominales tónicos posnominales (mío, tuyo, suyo con sus plurales).

El primer trabajo que toma seriamente en consideración aspectos externos es el de Espinosa (2002). A partir del análisis minucioso de un corpus documental, esta autora propone la existencia de dos subsistemas de posesivos medievales en función de consideraciones diastráticas. De acuerdo con sus conclusiones, existe un subsistema culto (mío > mi, mía > míe > mi / túo > tu, túa > tue > tu / súo > su / súa > sue > su) contrapuesto a uno de tipo popular (mió, miá > mié / to, tuá > tué / so , suá > sué) que se diferencia asimismo por la posición del acento. Adviértase cómo los cambios fonéticos implicados en el paradigma culto no entrañan la pérdida genérica, sino que producen determinantes posesivos homónimos y, por ende, capacitados para concordar con sustantivos tanto masculinos como femeninos. A su vez, el sistema culto, en línea con las consideraciones de Lyons (1993), fundamenta la creación de los posesivos tónicos del español actual. Esta hipótesis concuerda con el análisis histórico que ofrece Romero Cambrón (2009) sobre el origen de los posesivos tuyo y suyo y pone de manifiesto cómo el español estándar aprovecha con fines funcionales el repertorio de variantes que los dialectos históricos pusieron a su disposición.

Los mapas del AHE se han obtenido a partir de las búsquedas de las variantes formales de los posesivos y se han codificado en función de la manifestación flexiva del género:

- Variantes mayores:

a) sin variación genérica: mi / mis, su / sus.

b) con variación genérica: mia / mias, mio / mios, sua / suas, suo / suos, so / sos.

- Variantes menores (con variación genérica): mea / meas, meo / meos, meu, mie / mies, miou / mious, sou / sous, sue / sues.

Se analizan únicamente los posesivos prenominales precedidos (este mio signo) o no de otro determinante y se excluyen, en consecuencia, los posesivos pospuestos en construcciones como fijo mío. Por supuesto, se eliminan los homónimos como sucede en el caso de la preposición so (so pena de) y el verbo ser (só pagada). No se han considerado en los conteos las fórmulas de tratamiento fijadas cuando, como su majestad, su merced o su alterza, contienen un posesivo invariable.

El arco cronológico considerado abarca de 1200 a 1600. Los últimos ejemplos de variación localizados en la segunda mitad del siglo XVI corresponden a expresiones como mio signo o mio señor que merecen calificarse de formulismos arcaizantes.

Los mapas dinámicos del AHE muestran cómo la invariabilidad genérica de los posesivos es general en las variedades navarroaragonesas ya en el siglo XIII con frecuencias inversamente proporcionales a las que presentan los posesivos variables en el dominio leonés. En esta centuria, el área castellana al norte y al sur muestra un comportamiento intermedio entre las dos áreas laterales. En los siglos XIV y XV los posesivos invariables están extendidos casi por completo en las variedades orientales, mientras que la pérdida de la distinción genérica procede gradualmente en los terriotorios centrales y occidentales. El proceso avanza de manera paulatina en el ámbito asturleonés y de forma más abrupta en la meseta central, si bien a ritmos similares al norte y al sur. En efecto, al finalizar el Cuatrocientos el proceso de cambio puede darse por concluido (con una ligera resistencia en las variedades noroccidentales sobre todo en la primera mitad de la centuria). En el siglo XVI la concordancia de género está limitada a expresiones como mio signo y otros formulismos presentes en documentos de todos los registros, si bien abundan en textos confeccionados con finalidades prácticas (cartas de compraventa, testamentos, certificaciones, informes, ordenanzas, sentencias y provisiones, entre otros).

Los datos analizados permiten establecer la cronología del proceso de pérdida de la flexión genérica en los posesivos prenominales en la historia del español. El gráfico de la figura 1 está elaborado a partir de las frecuencias relativas (variación vs. invariación) con dos tipos de sustantivos y proyecta únicamente la frecuencia percentual con que el posesivo antepuesto manifiesta la flexión de género. Como se nota en el gráfico, este proceso está en regresión desde el siglo XIII y está concluido en el XV. El gráfico muestra la evolución de los posesivos ante dos tipologías nominales: los términos de parentesco (abuelo/-a, bisabuelo/-a, cuñado/-a, hermano/a, hijo/-a, madre/padre, mujer/marido, nieto/-a, primo/-a, sobrino/-a, tío/-a, yerno, trasabuelo/-a) frente al resto de sustantivos. En esta otra clase léxica no se distinguen los sustantivos personales (por ejemplo, abadesa, mayordomo) de los nombres concretos (cuales carta, jergón, llave, testamento) o abstractos (como caridad, tristeza, voluntad). La clase nominal puede constituir un factor interno condicionante del mantenimiento o pérdida de la concordancia de género. En efecto, y a pesar de que las líneas iniciales siguen un recorrido paralelo, el gráfico muestra cómo los términos de parentesco activan la concordancia en el determinante posesivo con una frecuencia relevante hasta el ecuador del siglo XIV, momento en que las dos líneas se intersectan. A partir de este momento, la variación genérica está vinculada a nombres comunes y termina fijándose en expresiones formularias.

Figura 1

Figura 1. Cronología de la pérdida de la distinción genérica de los posesivos.

Las categorías de persona y número de los posesivos constituyen, sin duda, otro tipo de condicionamiento interno, en cuanto los datos muestran cómo la distinción genérica se diluye antes en la tercera persona plural y, en último término, en la primera singular con frecuencias que se sintetizan en la tabla siguiente:

 

sus

su

mis

mi

 

casos

%

casos

%

casos

%

casos

%

1201-1250

104

50,2

149

72,9

41

89,1

131

65,8

1251-1300

150

29,9

156

26,7

94

63,5

414

54,8

1301-1350

25

6,4

41

10,1

33

25

232

41,8

1351-1400

8

3,1

24

5,8

8

5,9

111

26,9

1401-1450

1

0,3

20

3,5

2

0,9

64

8,9

1451-1500

 

 

3

0,4

1

0,3

28

3,7

1501-1550

 

 

 

 

3

1,8

29

6,4

1551-1600

 

 

 

 

 

 

10

1,4

Tabla 1. Frecuencia de la variación genérica según persona y número del posesivo.

Las variantes menores se concentran en el siglo XIII. Los posesivos meu (meu fillo), mie (mie muyer) y su plural (mies fiyos), miou (miou padre), sou (sou quiñón) y su plural (sous coutos) y sue (sue mujer) menudean en los documentos procedentes de ámbito leonés, como certifican las soluciones fonéticas y léxicas de los sustantivos a los que acompañan. Las opciones meo / -a y sus plurales no sobrepasan apenas la segunda mitad del siglo XIII y tienden a aparecer en documentos navarroaragoneses (mea mugier, meas casas, meos antecessores), aunque se registran igualmente en el dominio leónes (mea mulier) y castellano (meo convento).

Como evidencian los mapas dinámicos del AHE, la distinción genérica de los posesivos resulta un fenómeno especialmente noroccidental. En este ámbito, en efecto, se registra el fenómeno de la extensión del término no marcado (masculino) en sustitución del marcado (femenino) en línea con las tendencias universales del cambio morfosintáctico. En las áreas norteñas de los dominios leonés y castellano se registran secuencias como mio sinal, mios fillas, so mugier y sos casas, aunque estas “confusiones” se localizan también en otros terriorios (so parienta, sos aguas, sos derechuras, sos entradas, sos exidas). La extensión del masculino por el femenino, fenómeno extremadamente marginal en el conjunto de datos (no alcanza el 0,5% del total), se limita al siglo XIII, lo que demuestra la máxima productividad sintáctica que los posesivos concordantes alcanzan en este siglo relativamente a las áreas interesadas de León y el norte de Castilla.

La distribución registral de los posesivos invariables frente a los variables adquiere una importancia excepcional en la explicación de la formación histórica del paradigma de los posesivos prenominales del español actual, como ya habían prefigurado algunos estudios anteriores. La concentración de posesivos invariables en los registros textuales más formales y solemnes, como son los cancillerescos, jurídico-administrativos y eclesiásticos en contraste con la distribución de estas variantes en el ámbito de la comunicación privada y menos cuidada (representada por los documentos particulares) puede explicar la valoración diastrática de las formas que terminan imponiéndose a partir de la segunda mitad del siglo XV. Los gráficos de la Figura 2 ofrecen esta distribución en las macro-áreas occidentales (León y Castilla) y orientales (Navarra y Aragón).

Estos gráficos ponen de manifiesto que la valoración de los posesivos invariables diverge en cada territorio. En las variedades nororientales, la indistinción genérica se reparte casi por igual en los dos ámbitos socioestilísticos, lo que sugiere una neutralidad diastrática de estas formas. En el centro y el oeste peninsulares, estos posesivos cuentan, desde los inicios del cambio, con el prestigio de los registros más elevados y su frecuencia de aparición ronda el 80% en detrimento del ámbito menos cuidado. De esta distribución se colige que los posesivos invariables cuentan con el prestigio de la Cancillería real y de las clases cultas y, como corolario, la infravaloración sociolingüística de los posesivos concordantes que terminan desterrados de la documentación escrita.

Figura 2aFigura 2b

Figura 2. Marcación diastrática de los posesivos invariables.

A pesar de analizar más de 13000 variantes posesivas, el corpus CODEA no devuelve ejemplos de posesivos de 2ª persona, debido a que los tipos textuales no favorecen la aparición de estos posesivos en el periodo cronológico acotado. En un trabajo anterior, Del Barrio (2014) realiza búsquedas en la traducción bíblica contenida en la tercera y cuarta parte de la General Estoria. En este corpus se localizan casos concordantes de posesivos de 2ª persona (tu lengua, to cuello, tus mexiellas, tos ojos) y, además, se registran fenómenos similares de discordancias (to sapiencia) e invariación (tu cuello, tus cabritos). Por esta razón, es posible extrapolar las conclusiones obtenidas en este capítulo sobre los posesivos de 1ª y 3ª personas para contrastarlas y complementarlas con el análisis de obras literarias y otros géneros textuales.

El presenta capítulo defiende la necesidad de considerar factores externos con el objetivo de formular una explicación cabal de la pérdida de la distinción genérica en los posesivos del español antiguo: mio, to, so / mi(a), tu(e), su(e). Gracias a la combinación de la variable geográfica con influencias estilísticas y textuales, el capítulo delimita las áreas dialectales de predominio de la distinción genérica o del sincretismo, traza la cronología del cambio lingüístico y apunta a la importancia de factores sociales como causa principal para la adopción de las variantes sincréticas. De este análisis se concluye que los posesivos invariables proceden de las variedades orientales y se expanden hacia el oeste debido al prestigio que se les atribuye.

Del Barrio de la Rosa, Florencio (2014): “Factores externos y cambio lingüístico. La pérdida de la distinción genérica en los posesivos del español antiguo”, Revista de historia de la lengua española, 9, 3-26.

Espinosa Elorza, Rosa Mª (2002): “¿Alguna vez triunfó el femenino? Revisión de los posesivos en castellano medieval”, en Aleixandre Veiga y Mercedes Suárez Fernández (eds.), Historiografía lingüística y gramática histórica. Gramática y léxico. Madrid-Frankfurt a.M.: Iberoamericana-Vervuert, 9-18.

Espinosa Elorza, Rosa Mª (2017): “Morfología, tipología y diacronía de los posesivos en la Romania”, en Concepción Company Company y Norohella Huerta Flores (eds.), La posesión en la lengua española. Madrid: Anejos de RFE, 19-69.

Huerta Flores, Norohella (2009): “Los posesivos”, en Concepción Company Company (dir.), Sintaxis histórica de la lengua española. Segunda parte: La frase nominal. México: FCE/UNAM, 611-757.

Lyons, Christopher (1993): “El desarrollo de las estructuras posesivas en el español temprano”, en Ralph Penny (ed.), Actas del primer congreso anglo-hispano, I. Lingüística. Madrid: Castalia, 215-224.

Méndez García de Paredes, Elena (1988): “Pronombres posesivos: constitución de sus formas en castellano medieval”, en Manuel Ariza y Antonio Salvador (eds.), Actas del I congreso internacional de historia de la lengua española, I. Madrid: Arco/Libros, 533-540.

Moral del Hoyo, Carmen (2006): “Diacronía en estudios lingüísticos sobre Cantabria: una nota de morfología”, en José L. Girón Alconchel y José J. de Bustos Tovar (eds.), Actas del VI congreso internacional de historia de la lengua española, III. Madrid: Arco/Libros, 2565-2576.

Romero Cambrón, Ángeles (2008): “Los posesivos en la historia del español: estimaciones críticas”, Círculo de lingüística aplicada a la comunicación, 35, 62-83.

Romero Cambrón, Ángeles (2009): “Sobre el origen de los posesivos tuyo y suyo”, Cahiers d’études hispaniques médiévales, 32, 83-100.

Tuten, Donald (2003): Koineization in Medieval Spanish. Berlin: Mouton de Gruyter.

Autor/a:
Florencio del Barrio de la Rosa (Università Ca' Foscari Venezia)
Fecha: 18/06/2024
Title:

Gender distinctions in Spanish possessives


Abstract:

This chapter claims for the need of considering external factors in order to attain an explanation for the loss of gender distinctions in Old Spanish possessives: mio, to, so / mi(a), tu(e), su(e). Taking into account geographical varieties, as well as stylistic and textual influences, the chapter delimits the dialect areas where either gender distinctions or gender syncretism prevail in the history of Spanish, traces the chronological pace of the linguistic change and hints at social factors as the cause for the adoptation of fixed forms. In brief, the chapter concludes that the invariate possessives come from Eastern varieties and spread westwards because of the prestige assigned to them.


Cómo citar:

Del Barrio de la Rosa, Florencio (2024-). La distinción genérica en los posesivos del español. En: Andrés Enrique-Arias (coord.) Atlas Histórico del Español. Palma de Mallorca: Universitat de les Illes Balears. [https://atlashistorico.uib.es]. Consultado: […]

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